Frente al abismo: una nueva mirada a «Black Narcissus» (BBC/FX, 2020)
La escritora Rumen Godden escribía la novela Narciso Negro en 1939, una obra que relata las vicisitudes en un hospicio de monjas situado en la India imperialista británica en pleno auge de la conversión católica. Sin embargo, la repercusión de la novela llegaría a cargo de su adaptación en 1947 a la gran pantalla a manos de Mike Powell con Deborah Kerr como heroína protagonista. El largometraje, laureado en su momento, realiza una aproximación muy turbia a la crisis de fe y el deseo sexual donde la sutileza del subtexto y la puesta en escena crean un microcosmos cercano al drama psicológico con unos códigos muy arriesgados para la época. Pues bien, a finales del 2020, la BBC junto a FX estrenarían una nueva versión del libro de Godden bajo el guión de Amanda Coe y la dirección debutante de la danesa Charlotte Bruus Christensen – reputada directora de fotografía de largometrajes como A Quiet Place, Molly’s Game y frecuente colaboradora de Thomas Vintenberg – disponible en España, aunque parezca extraño, en el catálogo de Disney + como parte de la compra de 20th Century Fox.
Siendo una miniserie con 3 episodios, Black Narcissus no pretende ser estrictamente un remake del film de Powell, sino un acercamiento a la novela de Godden a través de un enfoque más contemporáneo en el tratamiento de sus personajes y su temática. No obstante, sus creadoras, siendo conscientes de las inevitables comparaciones y del precedente que asentó la película, realizan una producción que se mueve entre el homenaje y la novedad incluyendo una mirada diferente en su forma narrativa, pero recurriendo a la iconografía de la adaptación de 1947 en su apartado visual y simbólico. Algo también asimilable a las re-apropiaciones de la miniseries Picnic at Hanging Rock (2018) y Howards End (2017) y las películas de Peter Weir (1975) y James Ivory (1992), respectivamente.
La historia nos sitúa en 1934 donde seguimos a la Hermana Clodagh (Gemma Arterton), una apasionada y testaruda abadesa que pretende convertir un antiguo palacio en una escuela para niños desfavorecidos en la región india de Mopu. Sin embargo, la llegada de las monjas no solo altera la convivencia de los lugareños – en especial la de un veterano de guerra que actúa como agente local, Mr Dean (Alessandro Nivola) – sino que el palacio esconde una serie de secretos que perturban el estado emocional de las hermanas, sobre todo a la repelente Hermana Ruth (Aisling Franciosi), complicándoles su estancia. En este sentido, encontramos varios ejes principales que construyen la trama, el arco de los personajes y el planteamiento visual de la miniserie. Por una parte, la idea del peregrinaje a un lugar recóndito donde la concepción mesiánica y redentora del catolicismo encarnado en la buena voluntad de Clodagh se entiende como una clara forma de imperialismo (como parte de la temática del libro cercano al postcolonialismo); y, por otra parte, las tensiones que se generan a partir del individualismo de Ruth y su disputa con los valores cristianos. Esto último un elemento clave que desarrolla la vertiente más oscura de la propuesta y que también salpica a las prácticas y pensamientos de Clodagh como heroína protagonista.
Así, la miniserie difiere ligeramente de su largometraje predecesor para realizar una mirada más sombría y alejada de cierto clasicismo estético – aunque ya hemos comentado lo atrevido de la propuesta de Powell para la época. Los personajes en Black Narcissus son llevados al extremo y a sus límites morales donde su inocencia y buena fe se ven cuestionadas por sus apetitos individuales, sobre todo lo referente al deseo sexual y la represión de pensamiento, sustituyendo a la religión como pasión/devoción colectiva. Una dicotomía temática que es lo que mejor se esboza en la miniserie y que pone en el centro a una protagonista más activa – en contraposición a cierta “pasividad” del personaje de Deborah Kerr dentro de la propia acción – que nos explica su backstory profundizando en el arco del personaje y aportándole un contexto más amplio. Así, el subtexto de Powell es sustituido por una representatividad sórdida de represión que choca con las ganas de independencia.
De este modo, la idea de lo pasado tiene un gran efecto dentro de la narrativa de Black Narcissus donde se plantea una psicogeografía del espacio (término acuñado por Giulliana Bruno en Atlas of Emotion, 2007) acercándose al género del thriller psicológico, incluso de códigos próximos al terror inmerso en el concepto de “haunted house”. El escenario y la topografía de la serie – como también lo hará la película de forma magistral – actúan como reflejo de los demonios internos de los personajes y como representación física de su estado emocional/psicológico en una estructura de espejo. En esta nueva adaptación, el pasado traumático del lugar ejerce como contenedor del mal, de los pecados o de las desgracias de aquellos que lo habitan aportando un contexto mayor que el de la cinta de Powell. Una vertiente ocultista, mística y onírica que se apoya en el uso del color violeta – sustituyendo al naranja de la cinematografía de Jack Cardiff de 1947 –; la bella naturaleza CGI que combinan el exotismo paisajista y la claustrofobia de los espacios interiores; y el simbolismo detrás de la arquitectura del peligroso precipicio que corona el hospicio y que actúa como ese abismo que temen los personajes, pero también como parte de sus ansias de libertad individual.
Black Narcissus se puede contemplar como una traslación de contenidos intertextuales que complementan a la película del 1947, como un intento de remake más o menos interesante o, simplemente, como un ejercicio de adaptación más de los productos de época de la BBC. Con un buen material de base, la parte conceptual de la miniserie brilla aún siendo un desarrollo completamente irregular debido a su escasa duración – seguramente con 3 episodios más se podría haber profundizado en las subtramas y quedar una serie más redonda. En este sentido, la película resulta más eficaz en su planteamiento global precisamente por su forma de encarar el texto y de ir al grano con su tesis. A pesar de que las comparaciones a veces son odiosas, Black Narcissus es una miniserie muy disfrutable que es un estupendo ejercicio de dramaturgia espacial y un buen intento de narrativa interconectada.
Amante del terror y de las series británicas. Ferviente seguidora de Yoko Taro. Graduada en cine y audiovisuales por la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC-UB). Especializada en dirección artística/diseño de producción. Máster de especialización en Estudios Literarios y Culturales (Universitat de les Illes Balears). Profesora en el grado de Comunicación Audiovisual en CESAG-Universidad de Comillas. Colaboradora en el proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Interesada en la investigación en game studies y TV studies.