Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

¿Una cambiará el mundo? «Sinsajo. Parte I»

En Estados Unidos ya la han visto. En España nos quedan unos pocos días. Está casi aquí la última entrega de la trilogía literaria de Suzanne Collins -convertida en tetralogía para la gran pantalla- Los juegos del hambre (The Hunger Games). Por ello, en la estela de las publicaciones de mi colega Isabel Menéndez en este mismo blog, revisito hoy aquí Sinsajo. Parte I (Mockingjay. Part I), que pudimos ver en 2014 y que dirigió Francis Lawrence, responsable de todas las adaptaciones fílmicas excepto la primera, que comandó Gary Ross.

Como se ha dicho en este foro, Los juegos del hambre (2012) nos presentaba el universo postapocalíptico de Panem, donde una Teseo femenina, Katniss Everdeen, se veía convertida en heroína a la fuerza al participar en la 74ª edición de una competición perversa organizada por el Capitolio y convertida en espectáculo televisivo. En el segundo capítulo, En llamas (Catching Fire2013), prendía la chispa de la revolución tras una edición especial de los juegos más dramática y oscura que la anterior. La amazona contemporánea que había conquistado al público rico y ocioso con una historia de amor falsa volvía a primer plano convertida en una rebelde más madura e iracunda que el año anterior.

En Sinsajo. Parte I, primera mitad de la extendida historia de la tercera novela de Collins, Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), rescatada de una arena destruida y convertida en icono de un levantamiento popular, se encuentra en el Distrito 13, lugar que el resto de Panem creía borrado del mapa para siempre. Allí la joven debe decidir si asume la responsabilidad de ser el «sinsajo», símbolo de la lucha liderada por Alma Coin (Julianne Moore), antagonista del despiadado Presidente Snow (Donald Sutherland) que habíamos conocido en entregas anteriores.

Para quienes veníamos siguiendo a Katniss como ejemplo de una nueva heroína, un personaje femenino alternativo a las mujeres objeto-florero habitualmente incluidas en las películas comerciales, Sinsajo I fue una seria decepción. Ella sigue siendo el centro de la narrativa, es cierto, y se convierte en el origen de una iniciativa valiente contra los abusos de poder del Capitolio. Sin embargo, su capacidad de acción se ve eclipsada por las decisiones estratégicas de la cerebral Coin, que la utiliza para sus propios fines políticos y propagandísticos.

Coin

Las dos primeras películas nos invitaban a pensar sobre las desigualdades, la instrumentalización de la violencia y el poder alienante de determinados tipos de entretenimiento. La tercera, por su parte, nos sugiere que un totalitarismo no puede eliminarse con otro igual o parecido, y plantea el dilema entre reformismo y revolución. La estrella del filme ya no es la inteligencia de Katniss, aplicada con habilidad a diferentes situaciones de riesgo, sino la pericia del equipo de propaganda de Coin, que elabora productos mediáticos en los que la joven es callada protagonista para contrarrestar la presencia de su «amante» Peeta en las pantallas omnipresentes de Snow (interesante el personaje de Cressida, directora de cine huida del Capitolio para apoyar la rebelión). Así, los héroes de Los juegos del hambre y de En llamas pasan a ser peones en una guerra mucho más grande que ellos, viéndose disparados como proyectiles del Capitolio al Trece, de Snow a Coin, y viceversa. Su personalidad individual se ve subsumida en el blanco inmaculado del vestuario de Snow o el gris despersonalizador de los uniformes de Coin, y sus propias iniciativas pasan a un segundo plano, quedando supeditadas al «bien común» (entendido de forma distinta en cada bando del conflicto).

Cressida

Si, como se nos explicaba en posts anteriores, de la espectacularidad rozando la ciencia ficción de Ross en 2012 pasamos a un mundo más oscuro y politizado en la primera película de Lawrence en 2013, Sinsajo I es el más adulto y complejo de los tres filmes, y nos prepara para un desenlace que está a punto de llegar a nuestras pantallas, Sinsajo. Parte II, que debería responder a la cuestión planteada por Collins y los directores que la han adaptado, según reza la carátula de la entrega que nos ocupa: «el coraje de uno (¿de una?) cambiará el mundo».

 

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