Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

5 razones para (re)descubrir «Frank Herbert’s Dune» (John Harrison, 2000) aquí y ahora

Dedicado a todas aquellas personas que aún no se han repuesto del abrupto final de Dune (Denis Villeneuve, 2021), que corta en seco y a la mitad Dune (1965), la aclamada novela del norteamericano Frank Herbert. Mientras esperan a que llegue a las carteleras la segunda parte del film, se propone conocer qué ocurre en las grutas cavernosas donde moran los fremen y si Paul logra hacerse o no con el poder imperial, o si consigue cabalgar el gusano de arena. Para ello se convida a (re)descubrir Frank Herbert’s Dune (John Harrison, 2000), una miniserie de televisión estrenada el 3 de diciembre de hace 21 años en Sci-Fi Channel y que pasa hoy día por ser la mejor y más completa adaptación audiovisual del libro de Herbert. Entre los actores que participan, un ponderado William Hurt como duque Leto Atreides; Ian McNeice en la piel del astuto barón Harkonnen, o una impresionante Julie Cox como princesa Irulan Corrino, que por momentos se antoja la heredera directa de la robot bailarina de Metropolis (Fritz Lang, 1927).

La princesa Irulan se instruye en danza en el palacio de Kaitain

1. La duración. Existe un cierto consenso entre los estudiosos de Dune sobre las dificultades que ofrece la adaptación cinematográfica de un texto literario tan denso y peculiar como el publicado por Frank Herbert en 1965. En la academia se destacan como problemas preponderantes la extensión de la obra, con más de 600 páginas dependiendo de la edición; sus diversos niveles de lectura (con planes que se esconden entre disimuladas estrategias que se ubican, a su vez, dentro de retorcidas maniobras), y el hecho de que buena parte de la novela plasme los pensamientos de los personajes, un mundo interior al que solo tiene acceso el lector. David Lynch lo intentó con Dune (1984), película de poco más de dos horas, que fue un fracaso comercial y de crítica. Faltaban partes esenciales para entender el todo. Una quincena de años después, John Harrison dispuso de tres capítulos, cuatro horas y media en total, tiempo con el que consiguió que Frank Herbert’s Dune sea, de momento, la más completa adaptación audiovisual realizada sobre el primer libro de la saga.

Paul se hace con el poder entre las tribus fremen del planeta Arrakis

2. La evolución de los protagonistas. Una de las consecuencias directas del minutaje extenso de la miniserie, que contó como uno de sus productores ejecutivos con Richard P. Rubinstein, que repite en Dune 2021 (Denis Villeneuve), es que permite desarrollar en profundidad la evolución psicológica de Paul Atreides (Alec Newman), que transita desde una posición de adolescente inseguro pero aplicado a mesías y héroe todopoderoso que le arrebata el Imperio del Universo Conocido a Shaddam IV, de la Casa de Corrino. El actor italiano Giancarlo Giannini es el encargado de ponerse en la piel del coloso galáctico en la miniserie, un must del texto original que, sin embargo, no aparece en la versión de Villeneuve, a la espera de lo que ocurra en la segunda parte del film, anunciada para 2023. Otro gran ausente de la película del canadiense es Feyd-Rautha Harkonnen, el sobrino del archienemigo de los Atreides. El atlético y risueño Matt Keeslar es el encargado de interpretar al joven y ambicioso aristócrata, que comete un magnicidio contra su tío, el barón Harkonnen, para heredar la baronía.

Giancarlo Giannini en la piel de Shaddam IV en la miniserie de 2000

3. La belleza de las imágenes. Con un presupuesto de 20 millones de dólares, Frank Herbert’s Dune se grabó en unos decorados masivos que se construyeron en Barrandov Studio, en la ciudad checa de Praga. La diseñadora de producción Mirken Kreka Kljakovik y el cinematógrafo Vittorio Storaro, tres veces ganador del Oscar, fueron los encargados de trazar el atractivo resultado visual de la serie, que en algunos momentos logra trasladar al espectador al interior de una obra de arte suprarrealista. En la revista Starlog, especializada en ciencia ficción, se explica que la intención de Storaro en la miniserie era plasmar el tránsito espiritual de Paul Atreides mediante metáforas visuales que relacionaban colores con los cuatro elementos básicos: tierra, aire, fuego y agua. En Barrandov Studio todo estaba bajo control, todo podía ser diseñado buscando un efecto concreto: los esquemas de iluminación, las tonalidades, las sombras, los encuadres. El equipo creativo cosechó imágenes visuales únicas, que una vez disfrutadas sin prejuicios y apasionadamente permanecen en la retina por largo tiempo. Las escenas de la huida por el desierto de Paul y su madre son un buen ejemplo de lo que aquí se reivindica.

Portadas que las revistas Starlog y Sci Fi dedicaron a la miniserie

4. La banda sonora. Graeme Revell y Tim Simonec firman una banda sonora que fue interpretada por la Orquesta Filarmónica y Coro de la Ciudad de Praga. Aproximarse a este trabajo reclama ser consciente de la peculiaridad de la obra que estos creativos tradujeron al lenguaje musical. Su polifonía, asimismo, debía servir de acompañamiento para las imágenes y diálogos que componen la miniserie. Si el texto de Herbert lanza al espacio sideral en un futuro muy lejano un sistema social inspirado en la Europa del medievo, y lo hace además mediante un texto literario que posee una diversidad apabullante de niveles de lectura, las piezas musicales de Revell y Simonec contienen a su vez una cadencia de amplísimo espectro. Sonidos que remiten al laúd entroncan y dialogan con trepidantes explosiones rítmicas que dan paso sin parpadear y con fluidez a murmullos acústicos más propios de los países árabes, necesarios en cualquier caso para la ambientación sonora de los fremen, los habitantes del desierto de Arrakis. Se dice que Herbert se inspiró en los beduinos para crear a este grupo humano.

Paul y su madre son interceptados por unos guerreros fremen

5. Su continuación. La saga original de Dune está compuesta por seis libros, escritos entre los años sesenta y ochenta del siglo pasado. Frank Herbert’s Dune adapta al audiovisual la primera novela. De los libros segundo y tercero, Dune Messiah (1969) y Children of Dune (1976) respectivamente, se encarga la serie que vio la luz tres años después, Children of Dune (2003), dirigida en esta ocasión por Greg Yaitanes (ganador en 2008 del Emmy por la dirección del capítulo de la serie House (2004-2012) titulado “House: House’s Head”), y con John Harrison aquí como coproductor, junto con el siempre presente productor ejecutivo Richard P. Rubinstein. El visionado de esta segunda miniserie, también de tres capítulos, permite al espectador adentrarse en la caída a los abismos mentales de Paul Atreides, que muere como emperador para renacer como una especie de mendigo, un predicador viejo y decrépito que pasea su cuerpo huesudo por las polvorientas calles de la capital cósmica ofreciendo discursos moralizantes para vergüenza de su hermana Alia, la regente imperial. También permite conocer a Leto y Ghanima, los hijos gemelos de Paul y la fremen Chani, dos partes de un único ser predestinado a un futuro de leyenda.

 

One thought on “5 razones para (re)descubrir «Frank Herbert’s Dune» (John Harrison, 2000) aquí y ahora

  1. Tengo que ver las series. Reconozco que es un «debe» pendiente en mi conocimiento audiovisual del universo Dune. La fotografía de Storaro creo que me va a ganar por sí sola. Pese a que la versión de Lynch adolece de cortes y supresión de la densidad de muchos personajes, ojalá algún día se pudiera recuperar su primer montaje, de unas cuatro horas de duración. DeLaurentiis no tuvo piedad y se nota que la tijera fue muy dura. Existe una versión extendida emitida en TV en Estados Unidos con unos diseños de producción para ayudar a explicar la densidad de la novela, remontándose al Jihad Butleriano, firmada por Alan Smithee, pseudónimo usado por la Director’s Guild estadounidense para dejar claro que no es aprobada por el realizador. Una pena que Lynch se sienta muy alejado de Dune. Ojalá Raffaella DeLaurentiis y él pudieran estudiar realizar una edición especial más bien trabajada.

     

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