5 razones para ver: «Barry» (HBO, 2018-2023)
A lo largo de las décadas, Saturday Night Live (NBC, 1975-) se ha levantado como una fantástica cantera de futuros cómicos, actores, guionistas y directores. Desde el innegable éxito de productos tan particulares como The Blues Brothers (John Landis, 1980), que contaba con la presencia de Dan Aykroyd y del prematuramente fallecido John Belushi, y Wayne’s World (Penelope Spheeris, 1992), protagonizada por Mike Myer y Dana Carvey, hasta la militante Ghostbusters (Paul Feig, 2016), entre cuyas filas encontramos nombres como los de Kristen Wiig, Kate McKinnon o Leslie Jones, y la cómica Ted Lasso (Apple TV+, 2020-), desarrollada y protagonizada por Jason Sudeikis, la presencia de SNL en el mundo cinematográfico-televisivo actual resulta algo ineludible. De entre todo el inventario de productos culturales derivados de la aparentemente infinita sombra de Saturday Night Live, la serie Barry (HBO, 2018-2023), creada, guionizada, ocasionalmente dirigida y protagonizada por Bill Hader, parece haber levantado pasiones entre los usuarios de HBO Max desde sus comienzos hasta su finalización el pasado mayo. Y es que, entre muchas cosas, Barry ofrece un argumento digno de interés. Un ex-marine, Barry Berkman (Bill Hader), es contratado por Monroe Fuches (Stephen Root), un amigo de su familia, nada más salir de Afganistán para convertirse en sicario. Barry, cansado de tanta muerte y dispuesto a cambiar su vida a mejor, decide apuntarse a las clases de teatro de Gene Cousineau (Henry Winkler) para filtrar sus traumas y ayudarse a sí mismo a salir adelante. Allí conoce a Sally Reed (Sarah Goldberg), la que se convertirá en un potencial interés amoroso para Barry. Las cosas, lejos de salir como Barry planea en un principio, degenerarán en un espectáculo absurdista que se irá tintando de nihilismo a medida que avanzan las temporadas. Para rendirle tributo a una serie de tan particulares características y conmemorar las estupendas cuatro temporadas que nos ha dado, desde aquí ofrecemos 5 razones para ver Barry.
1. El absurdo de su argumento. Lamento ser redundante, pero ¿habéis visto ese argumento? ¿Un ex-marine que se mete a actor para poder lidiar con su oscuro pasado como sicario? Y la cosa no es que se quede aquí. Como adelantábamos en la introducción a este 5 razones, la historia se irá convirtiendo en un verdadero estudio de personaje que cada vez irá contrastando más la faceta puramente cómica de la serie y su enfoque más trágico-dramático. Hader y Berg aprovecharán el periplo de tan particular protagonista para meterse de lleno en cuestiones como el estrés postraumático, el narcisismo, la dificultad para triunfar en el mundo de las apariencias y la naturaleza del bien y del mal. En este sentido, Barry no se queda en una cómoda superficie temática, sino que profundiza en sus líneas narrativas hasta llegar al fondo de las cosas y sorprendernos con su repentina faceta filosófica. Loe implica esto no es solo una acentuación de los tratamientos temáticos, sino también una intensificación a nivel interpretativo por parte de los actores, que comienzan con sus personajes en una línea más o menos estable —si quitamos, por supuesto, el hecho de que la mayoría de estas personas no son buena gente—, pero que acaban cediendo a la vorágine emocional de su historia y acaban desestabilizándose con ellos.
2. Lo detestables que son todos los personajes. ¿Es posible que te guste alguno de los personajes de Barry sin que te sientas del todo culpable? Barry, el protagonista, es un sicario de pasado turbulento; Cousineau es la antipatía y la egolatría en persona; Sally es una narcisista de cuidado; Fuches es un metomentodo que impide que Barry se salga del mundillo y pueda comenzar una nueva vida. Con la aparición de NoHo Hank quizá parezca que se hizo la luz y que no todos son mala gente, pero luego nos enteramos de que es uno de los capos de la mafia chechena y como que ya no es lo mismo, algo ha cambiado. La cosa es que prácticamente la totalidad de los personajes de la serie se levantan como figuras que, sí, en la pantalla tendrán su atractivo, pero que en la realidad haríamos lo posible para mantenerlos lo más lejos posible. Barry, en esta línea de pensamiento, se presenta como un ejercicio esforzado de empatía con toda una ristra de personajes que, a cada cual, peor. Te verás entendiendo el infierno emocional de Barry, simpatizando con un Cousineau que no siempre toma la decisión correcta y riéndote con un NoHo Hank que está a dos escenas de hacer volar algo por los aires. Como para salir a tomar un café con esta gente.
3. La escala sube y sube. Además del avance temático, la serie también goza de una magnificación más en términos de escala. Podríamos decir que Barry comienza como algo relativamente pequeño. Hay algunas escenas grandiosas, por supuesto, pero generalmente nos encontramos con un establecimiento de dinámicas entre personajes en petit comité y, quitando algunas sorpresas, todo se mantiene en una escala bastante asequible. Sin embargo, con cada temporada veremos que hay cosas nuevas que valorar en la serie. La cantidad de personajes se diversifica, los espacios se vuelven mucho más detallados, la acción llega a cotas de verdadero frenetismo y el universo va expandiéndose hasta vencer las fronteras de la realidad física y plantear algunos momentos de naturaleza espiritual que contentarán a los seguidores más acérrimos de Tarkovsky, Malick e Iñárritu.
4. El escapismo en la simpleza. Sí, ya sé que hace algunos párrafos hablaba sobre cómo la serie se vuelve algo oscura a medida que avanzan las temporadas, pero cabe notar que nunca llega a convertirse en algo insoportablemente cargante. De hecho, mucha de la fundamentación de la serie se construye en base al gag cómico. Si la sinopsis por sí sola no convence de la absurdez de Barry, las constantes meteduras de pata de Fuches o el anticlimático optimismo de NoHo Hank se asegurarán de mostraros que en la filosofía de la serie siempre habrá espacio para un humor que, dadas las circunstancias, sorprende por simpático. Hader y Berg no buscan complicarse la vida, y tampoco es que la serie lo necesite. Prefieren mantener un progreso de las cosas simple, lejos de tramas barrocas. Cada elemento es reconocible nada más salir en pantalla. «Las cosas claras y el chocolate espeso», como diría aquel. Es por eso que Barry puede convertirse en una serie perfecta para desconectar y simplemente dejarte llevar por, como diría Roman Roy en Succession (HBO, 2018-2023), los «pifostios» que se montan a raíz de eventos que no tenían por qué terminar tan mal, pero que por alguna razón así ocurre.
5. Su brevedad. Para más inri, cada uno de los capítulos de Barry no pasa de los 30 minutos. En un mundo en el que las series están cogiendo cada vez más elementos estructurales del cine y los están integrando en su forma de presentar sus producciones televisivas —podemos fijarnos en los últimos capítulos de la cuarta temporada de Stranger Things (Netflix, 2016-)—, resulta gratificante ver que todavía hay series que recogen el relevo de shows tan icónicos como The Office (NBC, 2005-2013) o incluso The Simpsons (FOX, 1989-), en lo que a duración por episodio se refiere, y modelar la estructura de sus episodios en base a esos ideales preceptos marcados por ellas. Y aunque limitar la duración de los episodios a 30 minutos, teniendo en cuenta que es una serie con la ambición de trascender el medio y convertirse en algo único e incomparable, pueda resultar algo que, en ocasiones, se vuelve en su contra, creo que los creadores de Barry han sabido escoger bien a la hora de presentar al mundo su producto.
La serie creada por Hader y Berg acaba siendo algo original, entretenido, interesante y, cuando se lo propone, genial. Es el primer proyecto de esta envergadura en el que se embarca Bill Hader y, siendo sinceros, salta a la vista que todavía hay mucho camino por recorrer. Pero no hay duda de que hay muchísimo potencial detrás de su genio creativo, algo que lo hemos podido ver materializado en el icónico quinto capítulo de la segunda temporada, «ronny/lilly», toda una oda al cine de acción y a las cotas a las que podrá llegar Hader en sus futuros viajes como creador de contenido televisivo. En fin, Barry se manifiesta como un producto de calidad que destaca para bien al configurar un camino que bien perfectamente podríamos considerarlo como algo único y transgresor. La invitación es sincera: ver Barry merece la pena.
Graduado en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad de las Islas Baleares (UIB), donde también cursó el Máster en Lenguas y Literaturas Modernas —especialización en Estudios Culturales— y el Máster de Formación de Profesorado y donde se encuentra actualmente realizando un Doctorado en Filología y Filosofía. Interesado en el panorama ‘queer’, la ecocrítica y las representaciones discursivas y ficcionales de la otredad, acude a la llamada de las artes en busca de refugio y santuario para evitar perder el poco juicio que le queda.