Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Heridas abiertas y objetos afilados

Los recuerdos que tenemos de nuestra infancia a menudo tendemos a magnificarlos -más intensos, más bonitos, más dolorosos- y muchas veces tienden a ser exactamente como nos imaginábamos y en el caso de Heridas Abiertas, los recuerdos son la peor realidad vivida. Camille Preaker (Amy Adams) es la protagonista de esta macabra, aunque magnífica miniserie que cuenta los intensos días que pasa en su pueblo natal para investigar los asesinatos de unas niñas. Aunque la trama ya promete como una ficción intrépida, de lo que voy a hablar va a ser del uso del flashback y cómo lo vivido en su infancia y adolescencia ha afectado a su vida adulta.

Avisamos que el artículo contiene spoilers.

Heridas Abiertas se estrenó el 8 de julio de 2018 y ya parecía atractiva meses antes de que se estrenase. No solo por el reparto estelar encabezado por Amy Adams y Patricia Clarkson, sino por el componente terrorífico que emanaba. Es cierto que cuando llegó a HBO, el cliffhanger del primer episodio no resultó ser tan imponente como uno se podría imaginar, pero cada semana visualizaba los episodios porque al fin y al cabo deseaba ver el desenlace. El primer y segundo episodio son los más “suaves” de alguna manera, pero no es coincidencia ya que Jean-Marc Vallée es un director que tiene una forma muy poco convencional de contar historias. Sus películas (Dallas Buyers Club, Wild) o algunas de sus otras ficciones televisivas (Big Little Lies) siguen un mismo patrón o estructura. En su obra, el principio es lento y explora al personaje y el entorno en el que se va a mover; pone en contexto al espectador y cuando ya se ha adecuado, pasa a la acción. Y esto es justamente lo que ocurre en Heridas Abiertas: en los dos primeros episodios, el espectador se siente desubicado, hay demasiada información y no diferencia entre lo que es real y lo que no. Hasta que llega el tercer episodio y nos deja con la lágrima en el rabillo del ojo. En cada episodio, el director va indagando más hasta llegar al fondo del personaje y en ciertas ocasiones hasta su verdadero hundimiento personal y/o físico (y casi muerte en el caso de Camille).

Comencemos con el breve análisis y las interpretaciones que he podido sacar del uso de los flashbacks en esta miniserie. La ficción ya empieza con un flashback: Camille (Sophia Lillis) y Marian (Lulu Wilson) están patinando en Wind Gap hacia su casa y entran a hurtadillas sin que su madre las vea; ambas suben a la habitación de Marian y entran en un apartamento donde podemos ver durmiendo a Camille adulta (Amy Adams). La joven saca un objeto afilado, coge la mano de la adulta y se lo clava en la mano, haciendo que se despierte. En este primer flashback el espectador puede ver por dónde va a seguir la serie: Adams es la protagonista y el espectador irá adivinando quienes son estas niñas y por que sueña con ellas. Nos hemos encontrado con un flashback que se mezcla con la realidad que a la vez se mezcla con algo que podría ser imaginario.

Desde el primer momento de este episodio ya se comienzan a asociar objetos y lugares a personas o momentos que el espectador aún no conoce, pero que a medida que avance la serie, se irán resolviendo sus dudas. Hay ciertos aspectos que sitúan a Camille como una persona desequilibrada, cosas que ha sufrido de pequeña que hacen que sea una chica que se autolesione porque se siente culpable, sin serlo, de la muerte de algunos de sus seres queridos, o del trato de su madre hacia ella.

Durante los ocho capítulos se puede apreciar la cantidad de lugares y personas que Camille asocia con su pasado, pero también con un pasado más reciente. En el tercer episodio tenemos la suerte de conocer a Alice (Sydney Sweeney) y la desgracia de despedirla en el mismo episodio. Alice es una chica que Camille conoce en un centro de rehabilitación cuando esta ingresa por haber intentado quitarse la vida. Al principio no se llevan muy bien, pero con el paso de los días, ambas se darán cuenta de la cantidad de cosas que tienen en común: ambas caen en desgracia a su madre, ambas se autolesionan y ambas se quieren. Además, la música está muy presente a lo largo de la serie ya que antes de conocer a Alice, Camille no escuchaba música. En un momento determinado, tras haber recibido la visita de su madre, Alice, sintiéndose triste y queriendo dejar de sufrir, se quita la vida en la habitación mientras Camille está ausente. Para Camille, esta muerte significa otro fracaso, ya que no pudo salvar a su hermana Marian, que falleció cuando era una niña. Alice se había convertido en la hermana con la que nunca pudo crecer y no puede soportar la idea de que no haya podido salvar a otra hermana. Tras la muerte de Alice, Camille la mantiene viva a través de la música, así siempre estará con ella.

Para terminar, hay que hacer una breve mención a su madre, Adora (Patricia Clarkson) y su hermana Amma (Eliza Scanlen). Camille nunca ha tenido el apoyo de su familia, nunca fue y nunca ha sido la favorita, ha tenido que ir mendigando el amor de su madre, aún cuando ella le dice que nunca la ha querido. Ha mendigado el amor de los hombres porque nunca ha aprendido a quererse a sí misma, porque tampoco le han enseñado. Camille comenzó a autolesionarse en la adolescencia, cortándose palabras que brotaban en su interior y quería exteriorizar, palabras que fue interiorizando, fue haciéndolas suyas. Amma fue la hermana que nunca quiso, a Camille no le cae bien ya que es una provocadora y Camille en ocasiones recuerda momentos con Alice porque piensa que ojalá fuera ella.

En definitiva, el uso de los flashbacks en Heridas Abiertas está más que justificado ya que, para entender los actos de Camille hay que sumergirse en su pasado y empatizar con ella. El poco amor que recibe de su madre desde que nació, la muerte de su hermana pequeña y sentirse culpable de todo sin serlo, hacen que tenga unas carencias emocionales considerables, que desembocan en alcoholismo y en autolesiones, llegando casi a acabar con su vida. Por suerte, todo acaba bien para Camille.

 

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