Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Mi «liga de guionistas extraordinarios» (2). Jonathan Nolan: entre el caos, la ciencia y… Person of Interest

Nolan. Un apellido que todos los cinéfilos que se precien tiene en su lista particular. La mayoría de ellos en la lista de sus películas preferidas, algunos quizá en la de sus películas no tan idolatradas pero todos coincidirán en una apreciación, las historias ofrecidas por Nolan tienen una complejidad extrema al ofrecernos el deambular de sus personajes en mundos inconscientes, fragmentados pero, sobre todo contemporáneos. Evidentemente nos referimos a Christopher Nolan a quien se ha dedicado un post en este mismo blog a una de sus películas más extrañas y cuyo final abierto ha ocupado páginas en revistas especializadas y horas de debate a la salida del cine: Inception.

Pero este post no se refiere a este Nolan, sino al «otro» Nolan, a Jonathan Nolan. El guionista hermano del director quien, en una perfecta simbiosis -que él mismo atribuirá, de manera chistosa, al hecho de que Christopher es zurdo y él diestro-  casi idéntica a la de Jeremy Irons consigo mismo en Dead Ringers (1988) de Cronenberg o la de Nicholas Cage con su hermano gemelo en Adaptation (2002) de Spike Jonze. Una simbiosis que ha dado lugar a películas magistrales aclamadas por la crítica en la última década: Memento (2001), The Prestige (2006), The Dark Knight (2008), The Dark Knight Rises (2012) e Interstellar (2014). Sin embargo, y contrariamente a lo que le sucede al bueno de Jeremy y a la pareja de Nicholas, esta simbiosis no es letal, bien al contrario, ha ido evolucionando hacia la creación de proyectos propios e independientes que han convertido a Jonathan Nolan en uno de los nombres imprescindibles en la construcción de la ficción televisiva contemporánea: Person of Interest (CBS, 2011- actualidad) y Westworld (HBO) que se estrenará en 2016 son  y serán una muestra de ello.

Si en mi anterior entrega de esta miniserie, me confesaba una «dreadful» empedernida, ahora debo hacer lo mismo: soy Nolaniana. De ambos los dos pero especialmente de este británico nacido en 1976 y trasladado a los Estados Unidos a muy temprana edad donde se licencia en Literatura Inglesa por la Universidad de Georgtown e inicia una carrera como guionista de estructuras absolutamente complejas que exigen al espectador un trabajo de reconstrucción argumental y de las historias de sus protagonistas. Como también le sucede a John Logan y a toda mi liga de guionistas extraordinarios, Nolan va a construir un corpus de escritura que va más allá de las historias que nos cuenta, conforman un corpus conceptual que va desarrollando en etapas, un corpus que permite ya identificar el pensamiento nolaniano por llamarlo de alguna manera y poder asignarle la etiqueta de autor. He aquí algunas de sus «neuras»

1. La fragmentación y la postmodernidad: todas las historias narradas por Jonathan Nolan tienen una construcción precisa en la que la fragmentación argumental responde a la visión de una realidad también fragmentada, signo de la sociedad líquida, postmoderna y paranoica en la que estamos inmersos. El juego entre la apariencia y la realidad o el ejercicio de prestidigitación de The Prestige, los post-its y tatuajes que sirven de memoria para el personaje de Memento o el timeline de The Machine construida por Harold Finch en Person of Interest  van a servir para poner en evidencia que los acontecimientos responden a un orden que no es marcado por la acción en el sentido clásico del término sino a un determinismo caótico en el que nada es casual, en el que no falta ningún elemento ni sobra nada ya que todo encaja aunque sea al final de la película o de la ficción televisiva. Nolan nos presenta, pues, un magnífico cubo de Rubik, una arquitectura poliédrica, y nos exige su resolución dándonos, sin embargo, todas las pistas para poder hacerlo aunque a veces nos ayude con sus, en algunas veces, exageradas y largas explicaciones; uno de los aspectos criticados o remarcados como un tanto negativos en algunos de los trabajos de ambos Nolans.

Memento, The Prestige, The Dark Knight, The Dark Knight Rises, Interstellar

2. Los hipertextos y el collage cultural: a pesar de que los guiones  se ajusten exactamente a un género concreto (ficción criminal, adaptaciones de cómics, thrillers conspirativos…) con un estilo aparentemente definido y reconocido por los espectadores, Nolan va a desplegar un conjunto de técnicas intertextuales en las que las referencias a otros productos de la cultura popular o a acontecimientos históricos precisos suponen un trabajo de actualización y pastiche, signo también de la postmodernidad. Un proceso iniciado sin duda en sus dos aportaciones a la trilogía sobre el personaje de Batman: The Dark Knight y The Dark Knight rises.  En la primera,  un superhéroe postmoderno muy alejado de la imagen monolítica del vigilante de Gotham City de la salva de cualquier tipo de elemento desestabilizador va a mostrar su faceta más oscura en su enfrentamiento con un Joker que resulta ser la otra cara de la moneda de su personalidad, un Joker creador del caos  en un actualización de las políticas del miedo derivadas del 11-S; en la segunda, Batman va a tener que reconstruirse a sí mismo y enfrentarse a Bane, definido como un cabecilla del alzamiento popular contrario al establishment y que asaltará su Bastilla particular, Wall Street como símbolo del poder. Un proceso por ahora finalizado  -a la espera del estreno de Westworld– y compilado en Person of Interest, cuya acción, así como su estreno, se sitúa una década después de los atentandos al World Trade Center en el que un paranoico Mister Finch contrata a John, posteriormente John Reese, para formar parte de un equipo que se dedica a salvar de hipotéticas acciones criminales a personas irrelevantes para la seguridad nacional, cuyos números son suministrados por una inteligencia artificial. Más allá de este argumento, la serie va a plantear un debate político y moral sobre los riesgos de las tecnologías en una sociedad regida por las pantallas, sea del tamaño que sean, y por la recolección de datos utilizados con finalidades muy diversas incluido el fomento de regímenes totalitarios. Bueno, en realidad, Person of Interest es mucho más complicada que eso ya que la hibridez estética y el uso de técnicas y argumentos de la ciencia ficción, del ciberpunk, de la ficción criminal clásica y de los videojuegos la va a convertir en un auténtico compendio nolaniano.

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Person of Interest (CBS) que está a punto de finalizar en su quinta temporada

3. La ciencia y el post-humanismo: si nos hemos referido a la teoría del caos, a la paranoia y a la postmodernidad , no podemos dejar de referirnos a la presencia de la ciencia y las teorías cuánticas en los guiones de Nolan. La existencia de wormholes y la ruptura de los conceptos tradicionales del espacio-tiempo van a constituir el eje fundamental de Interstellar, una película quizá un tanto árida que, en realidad supone un acercamiento emocional entre un padre y su hija en el que la teoría cuántica va servir como telón de fondo en una historia utópica-distópica donde la humanidad está autodestruyéndose y necesita de una acción inmediata para evitar el cataclismo final. Una premisa más o menos parecida a la propuesta en Person of Interest en la que una Inteligencia Artificial, the Machine, se enfrentará a su otro yo, Samaritan en una guerra sin tregua para evitar un nuevo orden global totalitario y de pensamiento único como consecuencia de la propia acción humana, en este caso tecnológica. Un mundo post-humano e hiperreal que tiene como consecuencia lógica un trabajo ya programado, Westworld, ese parque temático de Michael Crichton no tan conocido como el Jurásico del mismo autor; y otro anunciado en 2014, la adaptación para HBO de la trilogía de la Fundación de Isaac Asimov y su complicado mundo mitológico de la predicción estadístico-matemática y la historia. ¿A qué nos recuerda eso?.

Como vemos, las neuras nolanianas siguen, y estaremos al tanto de ellas. Ahí va Westworld para abrir boca, en 2016.

 

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