Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Passages» (Ira Sachs, 2023): unas vidas, unos cuerpos

Uno de los platos fuertes de la decimotercera edición de un Atlàntida Mallorca Film Fest dominado por salas retumbantes por la proyección de Oppenheimer (Christopher Nolan, 2023) en salas contiguas, interesantes ciclos LGBTI+ heterogéneos y estrenos remasterizados de las películas de R. W. Fassbinder, ha sido la presentación de Passages (Ira Sachs, 2023) por parte del propio director uno de los eventos que mayor expectación ha levantado entre los espectadores del festival. La carrera y los intereses de Sachs le han permitido, a lo largo de su trayectoria cinematográfica, tocar varios palos: la idea de matrimonio en Forty Sahdes of Blue (2005), el drama histórico de Married Life (2007), la paternidad en Little Men (2016) o la mortalidad en Frankie (2019). Sin embargo, una de las temáticas que de forma más notable ha configurado su carrera como cineasta es la LGBTI+. Su senda por el cine queer comienza con The Delta (1996), un proyecto inspirado claramente en el cine del New Queer Cinema —más concretamente, en los trabajos de Gregg Araki: The Living End (1992), Totally Fucked Up (1993)— y pasa obligatoriamente por la celebrada Keep the Lights On (2012) y la romántica Love Is Strange (2014). Sus películas destacan por la configuración de narrativas normalizadoras y naturalistas de la experiencia queer al construir personajes que reniegan de la esencialización en su sexualidad y se meten de lleno en una representación realista y diversa de sus personalidades. Felizmente, es en esta tan bienvenida línea que funcionará su nueva película, Passages, cuya historia se centra en la experiencia de Tomas (Franz Rogowski) que, aún estando casado con Martin (Ben Whishaw), tiene un affaire con Agathe (Adèle Exarchopoulos), una profesora de primaria que conoce en una fiesta. Lejos de derivar en escenarios de alegre concordia, esta dinámica degenerará en un festival de encuentros y desencuentros del que nadie saldrá ileso. Tenemos en cuenta que el estreno oficial en cines de la película todavía no se ha efectuado —para eso, tendremos que esperar al 1 de septiembre de este año—, de manera que el análisis que llevemos a cabo de la película estará libre de spoilers.

La salud romántico-afectiva de la relación entre Tomas y Martin se ve puesta en jaque por las inquietudes del primero y las lógicas desconfianzas del segundo.

Ira Sachs construye las relaciones amorosas protagonistas en Passages a partir de una base naturalista. Las conversaciones fluyen como muy probablemente fluirían si un caso similar se diera en la realidad. La sexualidad, elemento muy presente en el devenir de los acontecimientos, se trata desde un punto de vista que no perdona las incomodidades y las torpezas, enfoque que se demuestra con la duración de las escenas de sexo y el cómo la cámara apenas cambia de plano durante las mismas. A través de estas dinámicas, Sachs parece estar vinculando su trabajo a la larga lista de películas naturalistas que han poblado la cinematografía internacional desde Éric RohmerMi noche con Maud (1969), La rodilla de Clara (1970)— hasta Emmanuel MouretLove Affair(s) (2020)—, parando obligatoriamente en la emblemática trilogía de Richard LinklaterBefore Sunrise (1995), Before Sunset (2004) y Before Midnight (2013)— o la seminal Weekend (2011) de Andrew Haigh. Entre tan estupendos acompañantes, Sachs configura su propia versión de lo que es el amor libre desde una visión naturalista. En ningún momento el protagonista se etiqueta en un cuadrante determinado del espectro de la sexualidad —¿por qué debería?—, lo que favorece una exploración mucho más holística de los usos y desusos amorosos en una París que aparece deconstruida y reconstruida como una ciudad del (des)amor.

La inclusión de Agathe, figura faltante para la consecución satisfactoria del triángulo amoroso, trae consigo una dosis considerable de discordia que tambaleará los preceptos sobre los que existía la relación de pareja de Tomas y Martin.

Junto a un enfoque de la sexualidad libre, Sachs también guarda espacio para la representación multicultural. Tras la proyección de la película, en una breve sección de preguntas y respuestas, se le planteó la pregunta de por qué esta riqueza cultural, con actores que vienen de Austria (Franz Rogowski), Francia (Adèle Exarchopoulos) y Gran Bretaña (Ben Whishaw), siendo el director estadounidense. La respuesta arroja una lógica luz encima de la cuestión planteada: el director vive en un paisaje multicultural. La cuestión es que, lejos de plantearse esta diferencia de nacionalidad como uno de los principales lubricantes para engrasar el motor de la trama, Sachs, muy en su línea, naturaliza esta situación y la hace intrínseca a la personalidad de una París que, como otras tantas ciudades, lejos queda del individualismo nacional, racial y étnico que pudiera mostrar en épocas pretéritas. La libertad de amar es algo que transgrede la propia sexualidad y se coloca en un panorama más abstracto y político, aunque podamos llegar a notar en esta naturalización tan propia de la película una despolitización del argumento. Recuerda esto, salvando las distancias, al enfoque integrador de narradores cinematográficos como Kogonada, quien con su After Yang (2021) proponía la historia de una familia multicultural que adoptaba a una niña china y la hacían partícipe de un proceso enriquecedor de hibridación cultural.

Tomas, indeciso como es él, deberá enfrentarse a algunas situaciones indeseables generadas por su propia inquietud e inseguridad.

En la contestación de una de las preguntas que le hicieron tras la proyección, Sachs pareció insistir de forma firme en una cuestión en particular: Passages, por encima de muchas cosas, trata sobre la relación entre cuerpos. El director, de forma sensible y francamente inteligente, crea una ontología del cuerpo humano que existe más allá de las asunciones de género y sexualidad. La novedad que trae consigo Passages a la hora de afrontar una cuestión como esta es que desproblematiza estas relaciones en tanto que no configura el atractivo de la trama alrededor del interés morboso por ver cómo una relación homosexual se ve dada la vuelta ante la irrupción de un personaje que fuerza un principio de heterosexualidad. Esta dinámica no forma parte siquiera de la conversación. La naturalización de la sexualidad es algo que corre de forma tan profunda por las arterias de esta película de Sachs que muchos de los temas que en algunas situaciones todavía vendrían tratados con un cierto grado de polémica son vistos como circunstancias propias del día a día, casi convirtiéndolos en una práctica rutinaria. Las narrativas que se centran en una sola sexualidad y construyen su cuerpo teórico alrededor de ella siguen siendo necesarias hoy en día, más que nada porque centralizan una situación en particular y la concretan a partir de una serie particular de dinámicas que permite una discusión dirigible hacia conversaciones productivas. Sin embargo, a pesar de esta necesidad que parece renovarse de forma constante en tiempos de extremismos, qué necesarias son también las películas que dan por hecho que las sexualidades son realidades que no tienen porque formar parte de una polémica más grande que el saber cómo proyectarlas de forma saludable para con tus más allegados. Sachs plantea una despolitización que puede hacer levantar alguna que otra ceja, pero en su enfoque naturalista hay tanto progresismo que es complicado no aplaudirle las virtudes a Passages.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *