Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«¿Protagonismo ‘freaky’, ‘geek’ o ‘nerd’?: Sheldon Cooper»

Lo primero que tendría que hacer es aclarar -aunque sea someramente- la diferencia entre términos que solemos usar indistintamente, tomados de la lengua inglesa: «freaky», «nerd» y «geek». Tengo la sensación de que el primero es el más extendido en español. La Real Academia de la Lengua Española incluso ha reconocido ya como correcta sus versiones castellanizadas, «friki» y «friqui», que define como términos coloquiales para referirse a personas extravagantes, raras, excéntricas, pintorescas y, en una tercera acepción, a quienes practican desmesurada y obsesivamente una afición. En la adaptación española de «nerd», «nerdo», especifica el diccionario oficial de nuestra Academia que es frecuente en países de raíces hispanas como Colombia, Cuba, México y Puerto Rico y se aplica a la «Persona estudiosa e inteligente que suele mostrar un carácter abstraído y poco sociable». Y el uso de «geek» no está oficialmente reconocido, por lo que quienes lo utilicen deben hacerlo reconociendo con letra cursiva o comillas que lo han tomado directamente del inglés. Algunos diccionarios lo definen como «friki informático», es decir, como una rama o especialización concreta de friki. Teniendo en cuenta esta breve aclaración terminológica, creo que el modo más exacto de referirnos a  Sheldon Cooper (interpretado por Jim Parsons) es el de «nerd friki»: «nerd» como sustantivo, y «friki» como adjetivo que lo califica.

Empecemos por justificar el sustantivo «Nerd»: porque el Doctor Sheldon Cooper, sin duda, representa a una persona extremadamente estudiosa e inteligente. ¿Cómo, si no, iba a poseer dos doctorados y un máster? Porque no creo que se los reglaran por zalamero y «pelota» o por enchufe gracias a sus contactos sociales; todo hace sospechar que es debido, más bien, a su altísimo coeficiente intelectual, de 187. Hasta su nombre ficticio está inspirado por dos premios Nobel: Sheldon Lee Glashow (Nobel de Física en 1979) y Leon Neil Cooper (Nobel de Física en 1972); y, dada su nada disimulada arrogancia, está convencido de que, aunque sigue por ahora trabajando como físico teórico en el Instituto de Tecnología de California, algún día, como ellos, llegará a conseguir tan preciado galardón. Otro de los contenidos incluidos en el término «Nerd» es el «carácter abstraído poco sociable» de quien así se caracteriza. Pues bien, Sheldon no puede encajar mejor en esta segunda parte de la definición, lo que da lugar muy frecuentemente en la serie, a situaciones cargadas de humor. Éstas se basan en el contraste entre las dificultades que tiene este personaje para desenvolverse en la vida cotidiana, y la pericia que tiene en ello su vecina Penny, que le da continuamente lecciones de supervivencia a pesar de que, sin embargo, se presente como un personaje con pocos conocimientos académicos.

¿Y por qué calificar a este «nerd» de «friki»? Pues porque (siguiendo con la definición antes expuesta) resulta excéntrico y además tiene aficiones que rozan la obsesión (además de otras costumbres que le absorben con la misma intensidad). Hasta su forma de vestir es reflejo de sus aficiones: sus camisetas se hacen eco, por ejemplo, además de su pasión por la física, de sus películas y personajes de ficción favoritos (y tan famosas se han hecho que hasta se comercializan, por ejemplo en http://www.sheldonshirts.com/). Adora, como sus mejores amigos, los cómics (como los de Batman, Superman, o Flash) y ciertos videojuegos (como Halo, Rock Band, o World of Warcraft), y podría participar en este blog como experto comentarista de las películas y series de las que es fan absoluto, entre las que se encuentran Battlestar Galactica, Star Trek, La Guerra de las Galaxias, Doctor Who, Firefly, y El Señor de los Anillos. En su día a día también se reflejan sus obsesiones. Entre las que más destacan están el llamar a la puerta de Penny tres veces y después decir su nombre, repitiendo esta sesión otras dos veces más; y el no dejar que nadie se siente en su sitio del sofá, que tiene las características que lo hacen perfecto para él.

Aunque muchas de los rasgos de Sheldon expuestos pueden facilitar el convertirlo en un personaje plano y estático (además de repelente), sin embargo, a lo largo de los muchos episodios emitidos desde que debutara la serie hace ya casi una década (el 24 de septiembre de 2007 (CBS)), se han mostrado atisbos de evolución y cambio en él que pueden hacer incluso que le sintamos cierto cariño. De entre ellos, voy a destacar unos cuantos anecdóticos: el hecho de que quiera mucho a su abuelita, que se esfuerce en aprender a amar a Amy (aunque no siempre lo hace ni lo consigue), y el detalle de que en el episodio 18 de la novena temporada incluyera en el contrato que firman los tres amigos sobre uno de sus inventos una cláusula en la que dejaba parte de los beneficios para la educación del hijo que iban a tener Bernadette y Howard (a pesar de que no cesa de considerar a este último inferior por ser ingeniero). ¡Bazinga!: ¡Sheldon no es tan negativo como pueda hacer pensar una primera impresión! (Por cierto, algunos explican el origen de esta expresión tan usada por Sheldon cuando le da un corte a alguien en su aparición en la pantalla del video juego Bubble Bazinga, cuando se consiguen 10.000 puntos con un solo tiro).

A mí me encanta Sheldon: me atraen las personas originales, que se «salen del rebaño» pero no de forma superficial, sino porque realmente son diferentes y les atraen o llenan otro tipo de cosas distintas a las que nos quiere vender la sociedad por múltiples intereses. Y más aprecio aún debe sentir por Sheldon el actor que lo representa, Jim Parsons (1973-) porque «el roce hace el cariño» y lleva rozándose con él casi una década; por los muchos premios que ha conseguido gracias a él, entre los que podemos citar un Globo de Oro en la categoría al mejor actor en una serie de comedia o musical (2011) y el Premio Emmy al mejor actor en una serie de comedia en los años 2010, 2011, 2013 y 2014; y porque le ha llevado a ser el actor mejor pagado de la televisión (25,5 millones de dólares en un año). Termino con las palabras textuales en las que Parsons explica por qué se puede querer a Sheldon, con las que me siento identificada; por si a vosotros os sirven también para explicar un afecto tan extraño: «Porque es honesto. Al igual que los niños no le pone un filtro a sus pensamientos. Dice cosas ofensivas sin maldad ninguna y creo que el espectador se siente liberado al verle. Además es muy vulnerable, dan ganas de defenderle» (Aquí podéis ver la entrevista completa: http://elpais.com/elpais/2010/11/10/actualidad/1289375332_850215.html).

 

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