Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«24» quince años después… y ahora «24: legacy»

Los ataques al World Trade Center supusieron la irrupción de la muerte en tiempo real y del terror en la vida cotidiana. Las audiencias vimos en todos los medios de comunicación no solo las imágenes de los violentos ataques llevados a cabo en 2001 y las actividades de rescate de las víctimas sino de manera especial las acciones de las unidades antiterroristas ya existentes o creadas a tal efecto tras los acontecimientos. También contemplamos y posteriormente criticamos las acciones políticas de la administración Bush y la aplicación del Patriot Act en la llamada «War on Terror» que todavía, con matices o sin ellos, está vigente. El terrorismo se había convertido en un espectáculo de masas y sus narrativas tomaran un especial auge en la década posterior. Si bien ya nos hemos referido a algunas de ellas en este  blog como en el caso de Homeland o de Sleeper Cell y le hemos dedicado más de una publicación como grupo de investigaciónes cierto que, quizá de manera imperdonable, no le hemos dedicado ninguno a la serie icónica por excelencia de este tipo de narrativas por una parte e icónica también por la incorporación del uso de multicámaras y sofisticados mecanismos de postproducción asimilados al tiempo real. Nos referimos a «24» cuya andadura se inició el 6 de noviembre de 2001 en FOX bajo la batuta de Joel Surnow, Howard Gordon y Robert Cochran.

Si bien la idea inicial de sus creadores era la sustitución del esquema habitual de las series de televisión de veintidós capítulos por una narración en tiempo real que desarrollara, siguiendo la fórmula de una comedia romántica en 24 entregas, el día previo al matrimonio de sus protagonistas, este argumento fue transformado radicalmente en la producción de un thriller que narrara las andanzas de una unidad antiterrorista creada por el gobierno estadounidense tras los atentados a las Torres Gemelas de 1993. Su nombre, la CTU. Su líder, Jack Bauer. El motivo del cambio, mantener el interés de las audiencias.

Logo de la CTU

En una primera instancia, la serie y el videojuego derivado de ella seguirán los esquemas típicos del techno-thriller y de la cultura de la paranoia en las que las agencias de inteligencia combatirán oscuras conspiraciones internas y externas contra los Estados Unidos (como epítome del mundo). En este sentido, la primera temporada. -aparte de presentarnos a los personajes que atravesarán la mayoría de las nueve entregas/días de la serie- no se diferenciará extraordinariamente de cualquier otra serie del género. Sin embargo, los ataques al World Trade Center de 2001 supusieron un oportunista viraje de los argumentos hacia hipotéticos escenarios extremos y creíbles  de inminentes ataques terroristas (ticking bomb scenario) convertidos o susceptibles de convertirse en masacres como la que el mundo acababa de vivir llevadas a cabo por grupos de fanáticos. Grupos que, dicho sea de paso, ocuparán todo el espectro de lo que se ha dado en llamar la «geografía del terrorismo» (integrista musulmán, eurasiático y separatista ruso especialmente) y que intentarán poner en marcha los dos grandes elementos que conforman la «segunda era nuclear», es decir, las armas nucleares y las armas químicas (que se irán alternando en cada una de las temporadas bajo formas de bombas nucleares, virus diversos o gases tóxicos). O, si se prefiere, la serie hasta su patrón forzoso por la huelga de guionistas de 2008, escenificaba todos y cada uno de los aspectos propuestos por Dick Cheney en su planteamiento político de «velada forma de terror perpetuo» y, por supuesto, monitorizado.

El responsable de llevar a cabo todo ello no era otro que el anti protocolario Jack Bauer quien asume su papel mesiánico-purificador-lobo solitario en un mundo en el que acontecimientos extraordinarios requerirán medidas extraordinarias y drásticas, en la mayoría de los casos subvirtiendo el tratado de Ginebra de tal manera que la tortura y las acciones a-legales y ciertamente legitimadas en las temporadas serán la base de sus acciones. Un esquema narrativo que, en cada una de las temporadas, será repetitivo: una primera parte centrada en la persecución de los hostiles que son neutralizados pero que dará lugar al inicio de una segunda parte cuya base será la identificación (no siempre posible) del auténtico cerebro de la conspiración, papel habitualmente asignado a las corporaciones o al poder político que suele hacerle la vida imposible al habitante (curiosamente demócrata y con un nombre esencial, David Palmer) de la Casa Blanca o todo lo contrario al ser la propia presidencia (curiosamente republicana con otro nombre, Logan,  o, siguiendo los cánones, la vicepresidencia) el principal conspirador de las temporadas El terrorismo destructor se unirá, pues, al terrorismo de Estado contribuyendo al mérito innegable de la serie que no es otro que el de aglutinar entre sus audiencias a espectadores ideológicamente situados en las antípodas.

David Palmer, el gran presidente de la serie.

Y hemos ido mencionando fechas en este post porque los guionistas de 24, aún manteniendo el esquema narrativo definidor de la serie, van a realizar un nuevo juego de malabarismo en 2008, año en que Surnow y Gordon pusieron a Jack Bauer y a la ampliamente contestada administración Bush en el banquillo de los acusados. La fecha va a  coincidir con la previsible victoria demócrata en las elecciones presidenciales de ese mismo año y cuyos candidatos a primarias eran Barack Obama y Hillary Clinton. De este modo, la séptima temporada de 24 y su precuela Redemption (un título más que significativo) iniciarán una nueva etapa liderada por una mujer, Allyson Taylor, demócrata y con un parecido más que razonable a Clinton,  quien desmantelará la CTU y llevará al banquillo, tal como hemos comentado, los métodos representados por Bauer quien, sin embargo, ayudará a la CIA en sus pesquisas, ya no de persecución de agentes terroristas sino de sanguinarias bandas africanas totalitarias  que asaltan la Casa Blanca, y de magnicidas de presidentes de países orientales que acuden a la ONU para anunciar el desmantelamiento de sus armas nucleares. Y, finalmente, en la casi miniserie de 12 episodios titulada Live another day, Bauer se enfrentará a los fantasmas de su pasado en un intento -no se sabe si el último de Bauer- de salvar al mundo de un ataque masivo de consecuencias funestas para la Humanidad. Un regreso, si se quiere, a los orígenes de Bauer y su papel mesiánico que, dicho sea de paso, jamás perdió a pesar de los cambios políticos reales y ficcionales y que lo ha convertido en un personaje emblemático de la televisión de calidad.

Jack Bauer y sus interrogatorios de los que no se escapa ni su hermano

Este somero repaso a «24» quizá excesivamente argumental no invalida para nada el mérito de la serie, no solo a nivel técnico sino, y de manera especial, en su asimilación al devenir histórico. Un hecho que continuarán muchas producciones del spytainment como las mencionadas en este post de tal manera que la ficción va a estar extremadamente ligada a los debates suscitados en la sociedad tras los atentados de 2001, algunos de los cuales -por no decir todos ellos-  siguen vigentes. Unos planteamientos que siguen, por otra parte, esquemas maniqueos  -el bien contra el mal, la economía contra la ley, ellos contra nosotros-perfectamente reconocibles y asimilables al pensamiento hegemónico norteamericano que, al menos, en este tipo de productos, sigue siendo el narrador del mundo y de la historia. Una narración que, sin embargo, no está exenta de autocrítica en las últimas temporadas de  24. 

Veremos si estas premisas se mantendrán en la anunciada continuación de la serie, 24: Legacy,  ya sin Jack Bauer-Kiefer Sutherland y que protagonizará el heroico militar Eric Carter quien de regreso a los Estados Unidos pedirá ayuda a la CTU para parar un ataque masivo en suelo americano. La mezcla entre Brody de Homeland y Bauer está servida, no en vano las dos series comparten creadores. Veremos si la nueva andadura de este spin-off se extiende a más de una temporada cuya producción se enmarcaría de lleno en la recién elegida administración Trump. Será digno de ver si los creadores realizarán nuevos malabarismos oportunistas o todo lo contrario.

Por de pronto, aquí va el trailer de 24:Legacy.  El estreno, el 5 de febrero de 2017.

 

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