5 razones para ver «Chloe» (BBC One/ Amazon Prime Video, 2022)
El 22 de febrero de 2022 se estrenaba en el Reino Unido el thriller psicológico Chloe (BBC One y Amazon Prime). La miniserie, emitida mundialmente el 24 de junio, se convirtió rápidamente en un éxito de audiencia. Aquí tenéis las cinco razones con el menor número posible de spoilers por las cuales es interesante ver Chloe, una historia en seis episodios centrada en la joven y solitaria Becky Green (Erin Doherty) quien se obsesiona por el suicidio de Chloe Fairburne (Poppy Gilbert), una amiga de la infancia a quien ha seguido sistemáticamente por las redes sociales. Así, Becky cambia su personalidad haciéndose pasar por la especialista en arte Sasha para acercarse al círculo más íntimo de Chloe, integrándose en las capas sociales privilegiadas, totalmente alejadas de su vida cotidiana.
1.El formato de la miniserie al servicio de la construcción del personaje. No cabe duda de que el formato de la miniserie —juntamente con el planteamiento antológico— se ha desarrollado de manera considerable en los últimos años. Su utilización casi exclusiva para la traslación al formato televisivo de adaptaciones de textos literarios emblemáticos (como War & Peace, Les Misérables o Mildred Peirce, solo por poner algunos ejemplos) se está viendo complementada, que no sustituida, por historias protagonizadas por personajes peculiares. En ellas, el punto de partida suelen ser situaciones específicas, ya sean cotidianas, ya sea debidas a circunstancias extraordinarias habitualmente ligadas al género del thriller. De este modo, entre las últimas encontramos las más o menos prototípicas Collateral (Netflix, 2018), Defending Jacob (Apple TV, 2020), Anatomy of a Scandal (Netflix, 2022) así como The Staircase (HBO, 2022). Sin embargo, resulta interesante remarcar la primera tipología de productos que desarrollan esencialmente a los personajes a quienes, a partir de un momento concreto de su vida, se somete una especie de radiografía, desnudándolas emocionalmente. Así lo vemos en las recientes Adult Material (Fifty Fathoms Producciones, 2020), The Dropout (ABC 2022), Pam and Tommy (Hulu, 2022), Inventing Anna (Netflix, 2022), o Angelyne (Esmail Corp., 2022). Chloe reúne ambas características de manera que, partiendo de las fórmulas canónicas del thriller, plantea un misterio que se debe resolver y que corre parejo con la construcción/explicación del comportamiento y psicología del personaje central. A ello, se une el valor añadido de la calidad de las producciones de la BBC en el género del thriller, con Broadchurch como máximo exponente, sin ningún género de duda.
2. Una miniserie creada por mujeres en su totalidad. Otro de los elementos comunes de las miniseries mencionadas anteriormente es la importante incorporación de mujeres como showrunners. A nombres consagrados y/o conocidos como el de Shonda Rhimes , Tina Fey, Amy Shumer, Melissa Rosenberg, Lena Dunham, Jenji Kohan, Ava Duvernay o Phoebe Waller-Bridge, se van a unir nuevas presencias con una trayectoria creadora importante y que asumen parcial o totalmente las producciones televisivas. Tal es el caso de la creadora de Chloe, Alice Seabright (Sex Education, Netflix 2020-2021) quien codirigirá la miniserie con Amanda Boyle (Hotel Infinity, 2004; Pop Art, 2008, Kursk, 2012). A Seabright se unirán en el proceso de escritura dos guionistas habituales en series y películas de ámbito no mayoritario pero sí con una excelente crítica y reconocimiento académico, esencialmente británico: Kayleigh Hewellyn ( In my skin, Expectation Entertainment 2018-presente; Stella, Sky 2012-2017, o Casualty, BBC 2015-207) y Poppy Cogan (The folk de John Jencks, 2013; Red Rose, Eleven/BBC Three, 2022). De este modo, la autoría femenina resulta extraordinariamente interesante en el planteamiento de las problemáticas de los personajes protagonistas de la miniserie, tanto de Becky como de la propia Chloe. Un desarrollo que transforma un mero thriller en una introspección acerca de la identidad y la evolución de la amistad, todo ello en un entorno personal y social altamente tóxicos.
3.Una narración con constantes giros dramáticos en favor del personaje. El resumen argumental que inicia este post centra la acción en la obsesión que tiene la solitaria y hasta cierto punto psicopática Becky Green por la potentada e influencer Chloe Fairbourne. En una primera instancia, el espectador parece encontrarse ante una historia en la que esta extraña treintañera tiene una fijación por el estilo de vida sofisticado y de bienestar de que goza Chloe a quien «persigue» en las redes sociales de manera casi paranoica. Aparentemente, parece darse una voluntad de suplantación de personalidad en toda regla frente a una vida monótona y agobiante que se repite casi machaconamente en los primeros episodios. Sin embargo, esta linealidad —que a veces puede hacer desear dejar de ver Chloe— viene salpicada de pequeños matices que tienen un efecto de enganche en el espectador y que básicamente consiste en ofrecer piezas de este puzzle que resulta ser la relación entre Becky y Chloe. Así, la miniserie compone al milímetro las acciones de Becky al adentrarse en el mundo aparentemente idílico de su amiga de la infancia de manera que cada episodio es un paso más que el espectador vive al mismo tiempo que el personaje. Con ella, el espectador conocerá el entorno de Chloe, tendrá las distintas perspectivas de cada una de sus amistades y esposo así como sus personalidades, se adentrará en el misterio del suicidio de Chloe y también sufrirá cuando Becky está en apuros. Aún dentro del más puro estilo del género del thriller con un personaje, por llamarlo de algún modo, infiltrado, los constantes giros narrativos no solo tienen un motivo funcional sino que son resortes esenciales para la creación de empatía con la joven. Una mujer que, a partir de una investigación externa (el suicidio) inicia un viaje interior en el que revivir su pasado significa la recuperación de su identidad. Igualmente, la reconstrucción de la vida y la muerte de Chloe supone una purificación personal. Sin embargo, y más allá de la narración lineal combinada con las premisas esenciales del thriller, la miniserie plantea de manera sutil y orgánica el proceso de asimilación de Becky a la realidad de Chloe, en un esquema casi de Doppelganger, por llamarlo de algún modo, con claras reminiscencias a la Rebecca de Hitchcock que se subvierte inteligentemente. Justamente el principal valor de Chloe reside en la idea de la amistad como forma de indisolubilidad entre las dos protagonistas.
4. Clichés de género que funcionan. El entorno que rodea a Becky/Sasha es un mundo de apariencias, un mensaje reiterado durante toda la miniserie. De este modo, el desarrollo argumental tiene lugar en el entorno de una clase social pudiente, de la misma edad de la protagonista, formada por emprendedores o startups. Todo ello conlleva un mundo de glamour que la fascina desde el primer momento, como también lo hará a sus seguidores en las redes sociales, reiterándose la disección entre la virtualidad y la realidad. Como no podía ser de otro modo y dentro del más puro esquema del thriller, matizado por el viaje de la protagonista, la aparente idolatría hacia Chloe se transforma en la revelación de la toxicidad de su círculo más intimo: Elliot Fairbourne (Billy Howle), Livia (Pippa Bennet-Warner) y Richard (Jack Farthing). Así en la miniserie se despliegan no solo las masculinidades violentas sino también la sumisión más absoluta hacia el supuesto líder del grupo que ejerce un poder económico sobre ellos y del que ocultan todas sus acciones. Una ocultación que, además, es generalizada. Estos elementos aparecen de manera evidente hacia la mitad de la miniserie en un desarrollo argumental que no resulta novedoso para los espectadores. Unos elementos que, sin embargo, no son reiterativos sino que suponen siempre un avance para la progresión argumental. En definitiva, Chloe sigue los clichés del género criminal y funcionan a la perfección. Porque de eso se trata, de que el espectador quiera seguir viendo una historia a la que muy hábilmente se le ha enganchado y que esconde una historia mucho más personal que la simple investigación de un suicidio.
5. Erin Doherty. Sin duda alguna, uno de los valores de Chloe es la interpretación de Erin Doherty en un personaje que va desde el comportamiento psicopático-paranoico del inicio de la miniserie hasta la más absoluta vulnerabilidad pasando por una peligrosa suplantación de personalidad que tiene que compaginar con su vida familiar cotidiana. Una joven actriz a quien hemos visto en Les Misérables (BBC, 2018) o Intelligent Design (David Spicer, 2020) pero que recordamos especialmente como la princesa Ana en las temporadas tercera y cuarta de The Crown (Netflix 2010-2020). Una sutil interpretación llena de matices esta última, como la que ocupa este post, de un personaje más que interesante pero absoluta e incomprensiblemente eclipsado en la serie a favor de la pareja formada por Charles y Diana. Una auténtica lástima porque siempre he creído que, al menos, se le debería haber dedicado un episodio completo por la complejidad de su personalidad. Pero bueno, ahí queda su más que brillante aportación. Y también la de Chloe. Esperemos poder verla más como protagonista en cualquier tipo de pantalla.
Por todo ello, Chloe es una miniserie digna de ser vista, quizá no tanto para ser considerada como imprescindible ni como una obra maestra, pero sí como un ejercicio de construcción de un personaje que interesa desde el primer momento. Un personaje que va ganándose la empatía del espectador y que tiene una entidad propia más allá del thriller en el que deambula. Una miniserie que cumple rigurosamente las expectativas que crea y que es fundamentalmente honesta.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.