La soledad fantasmal de un contador de cartas: «The Card Counter» (Paul Schrader, 2021)
La novela Crimen y Castigo de Fiódor Dostoyevsky es, sin duda alguna, un hito en la historia del arte. Su protagonista, el estudiante Rodion Raskólnikov, un personaje solitario, introvertido, aislado, consciente de la sociedad en la que vive y con un gran desconsuelo existencialista; además de cargar con el peso de un crimen -que podría ser moralmente aceptado- pero que le reconcome la consciencia.
No sería de extrañar reconocer a diversos personajes del cine en esta descripción de Raskólnikov. Travis Bickle, el protagonista de Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) podría ser un claro ejemplo. Pero es cierto que antes de él está Michel: el protagonista de Pickpocket (1959) una de las cintas más alabadas del director francés Robert Bresson y que, además, está basada libremente en la novela de Dovstoyevsky. Estas tres obras nos llevan a un nombre clave en la historia del cine: Paul Schrader.
Para él todo cambió cuando acudió al estreno de la cinta de Bresson. La película le abrió los ojos y le hizo creer que quizá había un lugar para él en el cine. Fascinado con la manera de rodar del director francés y con el retrato psicológico del personaje del escritor ruso, Schrader fue conformando su propio estilo cinematográfico presente en todos los proyectos en los que trabajó como guionista –Taxi driver, Toro salvaje (1980) o La última tentación de Cristo (1988)- o que, además de escribir, también dirigió; destacando American gigolo (1980), Mishima (1985) o Light sleeper (1992).
Las dos últimas obras de Schrader nos han dejado muy claro que la influencia de Robert Bresson sigue viva y muy presente en su mente. Si en la sensacional First reformed (2017), su penúltima obra, el director estadounidense bebía de El diario de un cura rural (1951) -además de Los comulgantes (1963) del también eterno Ingmar Bergman-, en The card counter (2021), su última película, rinde un completo homenaje a Pickpocket y al maravilloso cine polar francés de Jean-Pierre Melville.
The card counter trata de un misterioso jugador de póker, llamado William Tell, que recorre distintos casinos en busca de mesas donde poder jugar y ganar dinero suficiente para poder sobrevivir, pero sin llamar demasiado la atención. Tras pasar ocho años en la cárcel consiguió perfeccionar una técnica que consistía en contar las cartas que iban apareciendo en la mesa de juego y así predecir sus probabilidades de éxito en la partida. Su forma de actuar es disciplinada y cauta. Pese a dominar a la perfección esta estrategia, no se deja ver por torneos especiales ni hace alarde de su sabiduría.
La Linda, una mujer sabia y empoderada, que le ofrece la oportunidad de presentarse a torneos mundiales de blackjack: ella le daría el dinero suficiente para apostar e inscribirse y él ganaría miles de dólares. La cautela y disciplina de Tell están por encima de todo y rechaza la propuesta. Sin embargo, tras encontrarse con el joven Cirk -quien planea vengarse brutalmente del responsable del suicidio de su padre- decide aceptar la propuesta de La Linda con el objetivo de conseguir suficiente dinero para apartar a Cirk del tortuoso camino que desea tomar.
Si bien es cierto que en las cintas y personajes que construye Paul Schrader existe un patrón claro y, a simple vista, repetitivo. Cabe destacar que el director, quien acepta reiterarse en ciertas ocasiones, parte de unas bases claras que nacen de esas influencias de las que hablábamos antes para darle un giro y replantearlas en una situación actual. En First Reformed alrededor de la vida y la angustia del protagonista giraba el desastre del calentamiento global y cómo nuestra sociedad consumista y materialista decide no ver los evidentes problemas y catástrofes que ocurren -y ocurrirán- en nuestro Planeta. En The card counter Schrader realiza una durísima crítica a Estados Unidos a través del protagonista William Tell y el joven Cirk.
A lo largo del film se revela una pesadilla recurrente de Tell: una cárcel totalmente distorsionada y grotesca (a través de un objetivo ojo de pez) en la que suena un heavy metal a niveles estridentes pero que no logran callar los gritos de unos presos torturados por soldados. Como ya sucedía en Taxi Driver y en muchas de las películas del New Hollywood de los setenta, la guerra es el detonante de la angustia del protagonista. William Tell fue un soldado de la guerra de Irak instruido por el coronel John Gordo (Willem Dafoe) para torturar a los presos en la prisión de Abu Ghraib junto al padre de Cirk. Tanto William Tell como el progenitor del joven fueron encarcelados como culpables del desastre después de ser reveladas varias fotos en las que aparecían ambos soldados posando junto a los cuerpos vejados de los prisioneros; un escándalo real que marcó de por vida a la sociedad.
Tras salir de la cárcel ambos soldados tomaron caminos muy diferentes: Tell decidió vivir su vida en la más absoluta soledad. Tan solo se dedica al juego, como ya sabemos. El resto del tiempo lo pasa escribiendo su diario sobre la mesa de una habitación de alquiler de motel que él mismo «redecora» quitando todos los cuadros que haya, todos los aparatos telefónicos y cubriendo todos los muebles con sábanas blancas impolutas. Su cuarto se convierte en una especie de ataúd donde no queda ni un signo de su paso.
Por el contrario, el padre de Cirk regresó a su hogar totalmente deprimido. Se dio al alcohol y a canalizar su ira con su hijo y su mujer. Ella se marchó del hogar. El chico quedó a merced del padre hasta que éste se suicidó. Ahora, tras haber dejado la universidad al no poder costearla, desea vengarse del coronel John Gordo; pues, a pesar de que fuese el instructor de tortura, nunca pagó sus crímenes. William Tell, atormentado por los errores y las atrocidades que cometió en el pasado, desea redimir la cólera de Cirk; pues la venganza no lleva nunca a buen lugar.
Así, Schrader, plantea una tragedia determinista al más puro estilo trascendental que definió en su libro dedicado a Yasujiro Ozu, Robert Bresson y Carl T. Dreyer. Sus tres protagonistas dispares son tan esenciales como las mejores cartas de una mano de póker. Oscar Isaac realiza una interpretación soberbia y contenida que nos recuerda a los personajes de Bresson o a los asesinos impasibles a los que daba vida Alain Delon. Consigue manejar los sentimientos de su personaje y mostrarlos a través del más mínimo gesto. Su rostro callado lo dice todo. Él es una persona que ha sufrido y está en proceso de sanar.
La Linda también es una mujer muy experimentada y curtida. Tiffany Haddish interpreta de maravilla este personaje que sabe ser discreta y camaleónica cuando le conviene, pero a la vez expresiva y enérgica en los momentos en los que debe actuar así. Por el contrario, Cirk -interpretado por Tye Sheridan- es inexperto e impaciente. No ha vivido lo mismo que La Linda o William y no tiene por qué hacerlo si sabe elegir bien su camino; algo que no resulta tan fácil como parece hoy en día.
Podríamos decir que The card counter es una de las cintas más interesantes del 2021. Bajo la apariencia de un simple thriller sobre el crimen y el mundo del juego se oculta una película con unas magníficas interpretaciones, unas notables influencias artísticas y una historia profunda, feroz y crítica realizada con un estilo autoral único. Tan solo Paul Schrader podría haber conseguido todo ello.
Graduado en Comunicación Audiovisual en el Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (Universidad de Comillas). Apasionado por el cine, las series de televisión, los cómics y toda forma de arte secuencial. Interesado en toda obra filosófica, transgresora e innovadora.