Nombres propios: Stephen Hillenburg, creador de Bob Esponja
De entre la selección de jóvenes animadores que hemos ido comentando en RIRCA, entre los que se encontraban J.G. Quintel (Historias corrientes), Rebecca Sugar (Stephen Universe), Peter Browngardt (Tito Yayo), o Ben Bocquelet (El asombroso mundo de Gumball), nos quedaba uno muy importante por revisar: uno de los que, siendo algo más senior que el resto, ha sido uno de los más importantes e influyentes de la generación posterior que hemos venido analizando. Se trata de Stephen Hillenburg, creador de Bob Esponja (SpongeBob SquarePants), serie de animación que emite Nickelodeon, y en España en abierto el canal Clan TVE.
El caso de Stephen Hillenburg (1961) es curioso, porque es un autor que procede de un campo totalmente diferente al artístico. Tras graduarse, ingresó en la universidad Humboldt State de California, graduándose en 1984 en estudios de explotación de recursos naturales, especializándose en los recursos marinos. Fue profesor de biología marítima en el ahora Instituto Oceánico del Condado de Orange, y trabajó como biólogo marino a partir de 1984, pero no fue hasta 1987 que empezó a interesarse por la animación. En 1992 realizó un master de animación en el California Institute of the Arts. Realizó varios cortometrajes, y un cómic relacionado con su profesión. Se le orientó hacia el personal de Nickelodeon para que lo presentara como idea; y así en 1998 elaboró así el que fuera el capítulo piloto. A la productora le interesó tanto que la serie se estrenaba ahora hace 17 años.
Como inspiración, y quizá también desde una perspectiva didáctica, Hillenburg aprovechó sus conocimientos para poder dotar de contenido a la serie. «Tenía que pensar bien cuál sería mi protagonista, así que busqué el ser más extraño del mar: una esponja puede vivir hasta 300 años, vive en colonias, la gente piensa que son plantas, se puede comprimir y estirar y si la metes en una licuadora sus células se vuelven a reunir», declara en una entrevista. Aunque respecto a la vertiente pedagógica, el creador expone: «En la serie se habla de reciclaje, de cómo se puede ahorrar agua y no contaminar el mar, pero no es un producto pedagógico: lo mío no es la educación sino el entretenimiento.
Estoy seguro de que los dibujos animados contribuyen mucho más a abrir la mente y a ser imaginativos, de los supuestos peligros que conllevan». Hay que decir, no obstante, que todos los episodios dedicados a la hamburguesería del Señor Cangrejo tienen un trasfondo que nos permitiría hablar de economía, de leyes de mercado e incluso de aspectos como explotación laboral, adicción al trabajo, etc.
La serie de Bob Esponja se caracteriza por un humor muy absurdo, un deje del slapstick y una amplia aceptación entre niños y adultos (a pesar de que su público objetivo está entre 4 y 12 años). «A los que hacemos la serie también nos hace gracia”. Hillenburg reconoce también que el programa tiene un punto «absurdo», pero destaca que hay «lógica» en la historia y en los personajes. «El mundo de Bob Esponja no es absurdo cuando te familiarizas con él». Series posteriores, como la aquí vista Tito Yayo beben de ese humor ilógico y a veces hiperbólico, de personajes histriónicos que recuerdan a los viejos dibujos animados de los 50.
Sea como fuere, Bob Esponja ha resultado una de las series más longevas en antena, con varias películas y largos de animación, y una de las más influyentes en las nuevas hornadas de creadores. Hillenburg marcó el camino al no limitar su creatividad a una serie destinada al público más joven, sino dando rienda suelta a un tipo de humor muy peculiar y con una troupe de personajes carismáticos y locuelos que en seguida conquistaron el cariño del público.
Filólogo, profesor en Secundaria, lector todoterreno, melómano impenitente, guionista del cómic ‘El joven Lovecraft’; bloguero desde 2001, divulgador y crítico de cómic en diversos medios (Ultima Hora, Papel en Blanco, etc.); investigador de medios audiovisuales y productos de la cultura de masas en RIRCA; miembro de la ACDC España.