Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

RIRCA recomienda: lo mejor del 2022 (I)

Inauguramos el año repasando la producción del 2022 que nos ha ofrecido un ecléctico panorama ficcional y que ha destacado por constituirse un año de cambios significativos dentro de la industria que van afectar directamente en los proyectos venideros; y en la manera de consumirlos. En esta primera parte, hacemos un pequeño análisis de lo que ha sido la filmografía destacada del año. La cinematografía de 2022 nos ha dejado un año increíblemente productivo en el terreno del terror con largometrajes tan diversos dentro del género como Men, Barbarian, Smile, Nope, The Menu o Bodies, Bodies Bodies. Además de haber consolidado a Jenna Ortega y Mia Goth como dos nuevas “scream queens” con sus protagonistas de Scream 5, Studio 666, Wednesday, X y Pearl (el doblete de Ti West que nadie se esperaba y que completará con maXXXime en 2023); y sin olvidar el retorno de Jamie Lee Curtis en el final de la saga Halloween. Si de “scream queens” va la cosa, tampoco hay que olvidar la polémica que se generó por el contrato de Neve Campbell en su aparición en Scream 6 y que enfureció a los fans. Al igual que también lo hizo la remodelación de Warner y su DCU que no consigue encontrar su rumbo.

Por su parte, el cine español ha tenido uno de años más prolíferos con las últimas películas de Alberto Rodríguez (Modelo 77), Rodrigo Sorogoyen (As Bestas), Carlos Vermut (Mantícora), Isaki Lacuesta (Un año, una Noche), Pilar Palomero (La Maternal) y Carla Simón (Alacarràs). Un gran año ha sido, también, para las mujeres directoras que se consolidan como las cineastas emergentes con futuro en la producción española: Carlota Pereda (Cerdita), Elena López Riera (El Agua) y Alauda Ruiz de Azúa (Cinco Lobitos).

Igualmente, el 2022 también ha sido un año de grandes nombres: Spielberg, Del Toro, Guadagnino, Koreeda, Lurhmann, Davies, Johnson, Polley, Chazelle, Aronofsky, McDonagh, Eggers y Cameron. Éste último reventando la taquilla mundial con Avatar: The Way of Water que alivia a los exhibidores en la recta final del año, pero que monopoliza las salas de cine en contra de las demás películas. Estrenos significativos fueron Everything Eveywhere All At Once y Top Gun: Maverick, otros dos bombazos taquilleros que han devuelto la esperanza al cine espectáculo de calidad.

Laura Taltavull: Alcarràs de Carla Simón

Este año, Simón nos ha confirmado que Estiu 1993 (2017) no era una casualidad, posicionándose como una de las mejores directoras nacionales e internacionales, por lo que en febrero de este mismo año fue premiada con el máximo galardón de la Berlinale, el Oso de Oro. A pesar de la aparente sencillez del relato, este exige un pleno dominio de la escritura (en colaboración con Arnau Vilaró), la cámara y el montaje para que cada personaje tenga una mirada y una voz propias. 

Sus personajes encarnados por actores no profesionales articulan de un modo brillante esta compleja red de relaciones, cariños y cuidados familiares. La película es una obra plural, que puede interpretarse como la reivindicación de un oficio y una identidad, el del campesinado tradicional, como el retrato orgánico y vivaz de una crisis familiar provocada por un dilema moral o, inclusive, como una reflexión sobre cómo el progreso borra los rastros de la historia. Porque la vida es plural y junto al sufrimiento que causa perder tus tierras porque su dueño quiere instalar en ellas placas solares, también está el placer del trabajo comunitario, de las reuniones y comidas familiares y de los juegos infantiles en el huerto del vecino. 

En definitiva, Simón planta una semilla colectiva, un acercamiento a la familia como espacio para construir el futuro, crea un filme que genera ese sentimiento de revelación que generan las películas que dejan una marca en nosotros para siempre. Alcarràs es amor y cariño, desesperación y frustración, una película bellísima, naturalista y humana que encapsula un verano agridulce desde diferentes perspectivas basadas en la experiencia vital. Una obra cumbre del año 2022 y del cine español que será recordada y reivindicada en años venideros. Qué suerte tenemos de poder disfrutar de todo lo que nos ofrece Carla Simón.

Gerard Bibiloni: This Much I Know To Be True de Andrew Dominik

Quizá un documental no entre dentro del corsé genérico que construimos alrededor de la noción de ficción, pues todo aquello que se presenta dentro de los documentales, pensamos, responde a un ideal de realidad y verosimilitud que ningún otro género cinematográfico quiere ni pretende conseguir. Sin embargo, debemos reconocer que todo aquello que se filtra a través de una lente, que se ve cortado en trozos en una sala de edición y que termina pasando por varios procesos de corrección del material, puede seguir manteniendo en el centro de su espíritu esa idea de veracidad, pero se nos termina presentando como algo mucho más complejo. La ficción no es solo algo que debe mucho más a la imaginación que a una verdadera continuidad de hechos, sino que en sus hebras cohabitan visiones, legados, impresiones y discursos que configuran alrededor del producto una capa de metaficción. Como «mejor ficción de 2022» —como digo, reconociendo que puede haber una problemática implícita en esta misma idea—, hablaré de This Much I Know To Be True (2022), un documental firmado por Andrew Dominik —que, sin duda, endulza su trayectoria a lo largo de este año, teniendo en cuenta el estreno de Blonde— y que tiene como piedra angular el proceso creativo detrás de los álbumes de Nick Cave y Warren Ellis. Aunque, antes de entrar en materia, conviene plantear algo de contexto.

En 2016, el trío formado por Andrew Dominik, Nick Cave y Warren Ellis sacaban a la luz One More Time With Feeling, un documental que comenzó configurándose como una celebración del decimosexto LP de la banda Nick Cave and the Bad Seeds, Skeleton Tree (Bad Seed Ltd., 2016), pero que terminó resultando en todo un réquiem en honor al recientemente fallecido hijo de Nick Cave, Arthur. Temas como la pérdida o el duelo forman parte de las arterias del documental y, aunque el artista siempre enfoque de forma productiva y creativa todo el proceso de la pérdida, es innegable que hay un fuerte zumbido como ruido de fondo emocional, enfatizado por una fotografía que marca los contrastes gracias a un fantástico blanco y negro. El peculiar sentido de la estética de Dominik se entrelaza con el talante poético de uno de los compositores más importantes de los últimos cincuenta años. Reflexión y algo de plenamente justificada autoindulgencia cohabitan para ofrecernos algo que satisface tanto la vista, como el oído y que enardece emociones perdidas en nuestro paisaje interior.

En 2022, seis años después de One More Time With Feeling, Andrew Dominik volvía a reunirse con Nick Cave y Warren Ellis en This Much I Know To Be True para, esta vez sí, celebrar la publicación de Ghosteen (Ghosteen & Bad Seed, 2019) y Carnage (Goliath, 2021), pero no sin dejar atrás todo aquello que ha llevado al dúo hasta el momento exacto de la grabación de ambos trabajos. La conversación, aunque no de forma tan eminente, sigue girando alrededor de la pérdida del hijo, aunque otros temas como la creatividad o aquello que une a Cave y a Ellis en tan fructífero dúo van ocupando un espacio considerablemente mayor. Porque si One More Time With Feeling funciona como réquiem, This Much I Know To Be True supone levantarse a la mañana siguiente de una desgracia con el vacío todavía supurándote del pecho, pero con las energías necesarias para caminar de nuevo hacia renovados espacios. Hay una cadena fuertemente amarrada que une ambos documentales y eso no hace otra cosa que acentuar el doloroso pathos que ha sufrido Nick Cave a lo largo de los seis años que separan ambos proyectos. Un camino que, desgraciadamente, el artista debió de transitar de nuevo, pues la mañana del 9 de mayo nos levantábamos al son de la triste noticia de que Jethro Cave, su primogénito, había fallecido. Que la amplitud del duelo y sus espectrales manos no te hundan en sus profundidades, Nick.

Guillermo Amengual: Cinco lobitos de Alauda Ruiz de Azúa


La gran cantidad de nuevas voces femeninas en el panorama de la dirección del cine español es apasionante y revitalizador. Durante estos últimos años hemos podido disfrutar de un despertar de bellas y brillantes miradas a la vida a través de los ojos de directoras que han marcado un punto y aparte en la historia del cine español.

Cinco Lobitos de Alauda Ruiz de Azúa es una de esas miradas tiernas, pero también duras y, sin duda, veraces. Es el retrato de la maternidad sin ningún tipo de idealización. Es una maternidad difícil, cansada, desesperante, llena de miedos, pero, por supuesto, también con sus momentos llenos de belleza y puro amor.

Amaia acaba de tener un bebé con Javi. Ella se dedica a la edición y traducción de libros, él a la dirección artística de obras de teatro. Ambos trabajos son sacrificados y difíciles de compaginar con el cuidado de un hijo, pero, como siempre sucede, el padre se permite el lujo de poder dejar a su esposa a cargo mientras él trabaja. Al verse incapaz física y mentalmente de cuidar a su hijo sola, Amaia viaja a la casa de sus padres, Begoña y Koldo, quienes harán todo lo posible para cuidar a su hija y a su nieto.

La historia de Amaia es la de una madre primeriza, nerviosa y temerosa que acaba deviniendo en una madre tranquila, serena, que acepta los errores… Acaba siendo madre por partida doble, de un ser que, a pesar de caer, cada vez crece y se fortalece, y de otro ser que va (de)cayendo hasta su fin.

En la sencillez, transparencia y el manejo metafórico del lenguaje cinematográfico radica la maestría del film. También en las interpretaciones soberbias de Laia Acosta, Susi Sánchez y Ramón Berea. La opera prima de Alauda Ruiz de Azúa es, sin duda, una pequeña joya del cine español.

Maria Clar: Elvis de Baz Luhrmann

No podía acabar el año sin hacer mi recuento de visionados de Elvis: en total desde que se estrenó en junio, la he visto seis veces, una vez al mes. Nunca antes había revisionado una película en tan poco tiempo, pero desde el primer momento que la vi me quedé impactada por la inmensidad en la que nos sumerge Luhrmann. Elvis es esa película mainstream que vas a ver al cine porque sabes que el director de Moulin Rouge y El Gran Gatsby nunca puede fallar, y menos si se habla de la vida del rey del rock.

La vida de Elvis fue muy extensa, caótica y estrafalaria, y no se me ocurre a mejor director que Luhrmann para narrar la vida del célebre cantante, tanto sus buenos momentos como sus momentos más oscuros. Y aunque la película podría haber sacado a la figura más adicta a las pastillas decide no hacerlo para que el espectador pase un buen rato y se deleite con las maravillosas actuaciones de Butler y Hanks. Pero no solamente son las actuaciones: la edición la banda sonora, el vestuario, el maquillaje… La unión de todos estos conceptos hacen que sea una película completa y oscarizable.

Está por ver en la próxima award season si consigue llevarse las ansiadas estatuillas para Butler y Luhrmann, que la lleva mereciendo desde el inicio de su carrera, y tendría sentido porque se estaría haciendo un homenaje a la persona que lo inició todo, que revolucionó la industria de la música y como sigue presente a día de hoy. A la Academia le gusta gustarse y no sería extraño que premiaran a un icono estadounidense como Elvis Presley, de una vez por todas.

 

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